No es la idea ser
detallista, contar cosas que tal vez no interesen. Pero a fuerza aún de que mi
relato no te importe, lo intentaré escribir. A veces pasan cosas que uno se
termina olvidando y yo soy muy del olvido. Me moría, la memoria me importaba
muy poco. A pesar de todo el relato va tener poco de tribulaciones filosóficas
y un poco mas de acciones, de pequeños diálogos y de frases cortas. Hechas
estas primeras aclaraciones pasaré a narrar.
-Acompañame hasta ahí.
Gaboto 1315, me dejaron un paquete.
Mi amigo toma un trago
en la esquinita de siempre en el parque Batlle. Sacó al perro a dar una vuelta
y me llamó insistentemente en la tardecita para tomar un vino. Estaba esperando
la llamada de su novia porteña que no puede venir a Montevideo por las restricciones
de la yegua, como le dice la novia. Me da gracia. En mi círculo de amigos juego
a ser Cristinista. Le digo algo bien peronista. Que se deje de joder con la
piba.
-Dale, bo. Acompañame.
El vino se acaba, y ya
pienso en agarrar la bici y arrancar. Jugatela con otro, me dice. Lo pienso.
Bueno, dale pero vamos caminando hasta ahí. A lo lejos se escuchan los últimos
temas de los Jonas Brothers en el velódromo. En la tarde pasé y me quedé
sentado, fumando un cigarro, escuchando la prueba de sonido. De repente me
pregunté qué estaba haciendo. Y me fui a ver el movimiento del centro a las
seis de la tarde. Lidiar con el tiempo libre, es complejo. Sentir esa imperiosa
necesidad de tener que estar haciendo algo siempre. Eso y que no fumo porro
hace mucho. Eso y que no tenía mi libro de Roque Dalton a mano. Ni siquiera el
de Omar Freire, que quiero que me lo firme. Omar pide firmas en contra del
aborto al lado del Inju. Yo le pido su firma a él. En enero él estaba ahí y me
explicó porque estaba en contra del aborto desde una óptica de la liberación
masculina. Le repliqué que yo estaba a favor del aborto porqué la mujer
embarazada no coge y se autoasume demasiado como mujer. Que en términos de
horas-sexo es preferible una mujer que no esté encinta. Me dí cuenta que era
mas freirista que freire. El me miró con desconfianza y me fui al grito de Viva
Berlusca.
Y ahora estaba
caminando, con mi amigo y el perro que iba emocionado a conocer el centro. En
el camino, pienso en tu mensaje: avisá
si no pasás que levanto los folletos porque viste cómo es la gente del comité. Trato
de ubicar el lugar mentalmente, a que te referirás con “la gente del comité”.
Conozco un comité pero es varias cuadras antes, hace unas semanas entramos con
una amiga y preguntamos si era un residencial, que nuestra abuelita estaba mal,
si la podíamos llevar. Los señores del comité nos miraron mal, pero no
intentaron violentarnos. Ser frentista debe ser difícil y no debí utilizar la
burla. Pero estaba un poco encajado y ya. Pero no. No conozco ningún comité por
ahí.
Salimos allá abajo por
Maldonado y subimos por Gaboto. La numeración se incrementa tanto como mis
expectativas. Llegamos al 1315 y hé aquí lo siguiente.
Tomo el paquete. Lo
guardo en la mochila. Salgo del zaguán. Doy un paso. Mi amigo esta cinco metros
adelante con la bici. Pasa en dirección contraria una señora mayor y chiquita.
Me mira. Tus palabras empiezan a tener sentido, cuando ella pregunta:
-¿Están con volantes
chicos?
Tardo un segundo en
contestar. Pienso que esa señora sos vos. Me empiezo a paranoiquear. Somos
frenteamplistas, respondo para despistar. Ah, que bien, yo también, retruca.
“La gente del comité”, pienso todo el tiempo. Trato de sacarle el perfil, no es
emepeista, ni pevepepista, ni astorista (dios me libre, me dijo cuando le
pregunté), tampoco es del partido, no tiene pinta de ser genchi-vertientista,
ni de Sendic junior. Es de las pocas personas que deben existir del PST, la
1968. Una agrupación trotskista con una incidencia no cuantificable en la
órbita de la salud. Igual a los trotskistas que banco menos son a los del POR.
En la marcha careta de la Feuu, familiares, el FA y el PIT, me encontré con su
“líder histórico”, Raul Campanella, solo y loco repartiendo volantes con la
visión de coyuntura de su sector. Me le acerque y le increpé, que era un
careta, el POR estuvo en los primeros intentos de relección tabarecista, que él
era una herramienta más de la impunidad y cosas asi. En un momento Campanella
me quiso pegar y como me vio muy guacho, se limito a decirme: -Como dijo marx,
dejalos que hablen. Ese no fue marx, le respondí, ese fue el quijote o bucay.
Opte por dejarlo bien quemado, lo insulté y me fui.
La señora del PST no me
cayó tan mal y ya cuando la charla hubo avanzado, se me empezó a ir la
paranoia. Le dije que le había mentido, que no era frenteamplista. Me presenté
como anarquista y mi amigo como neonazi integrado. Preguntó si estábamos
dispuestos a tomar las armas, a lo que contestamos que no sabíamos manejarlas.
En otro momento hablo que la desocupación era la mínima histórica, que a pesar
de ser un gobierno de centro, había avances. Nunca mencionó en base a que se
sustenta el mínimo de desempleo y yo tampoco soy un ser de Asamblea Popular
para hablar de la carestía de la vida, pero no me privé de decirle que ganaba
menos de seismil pesos en el Uruguay que avanza. La parte mas divertida fue
cuando dijo que lo de Huidobro no es traición, sino estrategia. Una estrategia
que viene llevando desde hace muchos años.
Al final la señora se
quería ir, pero le intrigaba saber que estábamos haciendo. Vine a buscar droga,
le dije con mi mejor pose de espantavieja.
-¿Qué drogas consumís?
Estaba tomando vino,
fumando un tabaco, y leyendo tu cartita. Levantando los ojos, dije: Todas (ya
sin querer sonar tan espantaviejas, es que en definitiva en mi interior la quería
y quería que me invitara a comer o algo)
Luego dijo que no
quería a mi cuerpo, que los cambios se hacen con felicidad, con alegría y
siendo sanos.
-Señora, los cambios se
hacen con bombas.
Mientras se alejaba me
dijo, tenés razón. Mi amigo no fuma porro, caminamos unas cuadras y nos
despedimos.
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