martes, 9 de noviembre de 2010

hallogallo

el cuarto dos por tres, la cama y la ropa, tiro la ropa, acuesto en la cama, levanto el cuerpo vuelvo la ropa. la ventana chica, de recodo de escalera, ahi sale el humo del tabaco, que por inoportuno que parezca no vuelve. extiende la vista de la ventana, el patio interno con sus mil cosas acumuladas, el paraguas, la maquina de coser y toda la naturaleza muerta y literal. baja el sol. suena neu! y el motorik del motorola estalla. cabeza, tenés doscientos pe, toy en la lona. no contesto ya llegaran tiempos mejores para él. otro tabaco se lia y se fuma sacando cabeza a lo preso, en la ventana, que ahora lo sé, al oeste da. doscientos pesos, pienso. algo asi como quien pudiera, tratar de pensar y la nube nubla y la lluvia, ¡que importa!. al final doscientos pesos, te puede servir un dia, pero no arrima una vida [capaz que tampoco una semana, pero eso lo pienso bajo]. no termino de entender porque alguien, que vendría no siendo uno, puede necesitar doscientos pesos, cuando, el motorola me llama la atención, con esa forma que tiene, de nuevo. hola! no te jode que quiera saber que dia me vas a pagar y cuanto, el segundo mensaje acusa mas que el primero, aun asi, no contesto. amerita otro tabaco, errado en el lillo rosado, mirando la nubla del dia. no sé cuando el celular se convirtió en esa especie de clearing de amigos, intuyo, pero no acuerdo. creo que tengo que elegir entre la cama y la ropa, ganaría espacio y vendería lo otro. me hago el otro, río o algo así, y me vengo quedando con el algo así. mando el último mensaje. guacha! me cargas diez pesos a mi cel? gracias, agur!

1 comentario: